Mi tía siempre me había ofrecido quedarme en su casa un fin de semana. Ella vivía sola desde hace un par de años y quería que yo la acompañara en su despecho. Un día, decidí aceptar su oferta de quedarme porque discutí con mi madre y no tenía a donde más ir. Pero, ella se aprovechó de eso para follar. Apenas llegué, le dije que si podía darme una ducha. Ella aceptó muy feliz y yo me metí en la bañera para relajarme. Pero, estando allí, ella entra como si yo no estuviera. Yo me asusté, le pedí perdón y salí. Cuando estoy en el sofá, la muy guarra se me acerca y me dice que si quiero quedarme ahí (porque sabía que no tenía a donde más ir) tenía que follarla. Como no tenía opción, lo acepté. Saqué mi pija del pantalón y la follé sin contemplaciones. Ahora bien, si soy sincero... ¡NO ME ARREPENTIRÉ NUNCA DE HACERLO! Incluso, creo que me iré a vivir con mi tía. Es el coño más delicioso que he comido.
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