Mi madre y yo, fuimos a una fiesta. Ella siempre le gustaba salir conmigo porque yo bailaba con ella y hacia que la pasara bien. Pero, hoy nos pasamos de tragos y, apenas llegamos a casa, no pudimos contenernos. Tuvimos que forzarnos a decirnos las cosas que sentíamos, confesamos todos los sentimientos que tenía el uno por el otro y comenzamos a besarnos. Luego, le manosee los pechos y disfrutamos sin parar en muchas posiciones. La follé pegada a la pared porque quería escucharla gemir. ¡Nunca me había follado un mejor coño! Ni siquiera el de la jovencita puta de mi novia sabe tan jugoso como el de mi madre. La volvería follar todos los días de mi vida.
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