Hace un buen tiempo había salido a las calles para convencer a putas zorras de follar. Pero, a pesar de que son jóvenes ardientes, hoy quería probar algo diferente: una madura. Siempre había deseado comerle el coño a una perra guarra de cierta edad y por ello, salí a la calle a buscarla. Luego de unos minutos, la encontré y le ofrecí dinero. Era lo que estaba buscando, un culo maduro. Comienza a chupármela de rodillas y cuando ya ve que la tengo muy parada, ella se coloca tan húmeda que no puede resistirse. Se coloca en diferentes posiciones y la penetro como si no hubiese un mañana. Al final, le dejo la crema en su cuerpo, le pago el dinero y ella se va a casa para follar con su esposo al llegar. ¡Quien diría lo que puede hacer una mujer cuando sale de compras! Su esposo jamás se enterará de que se comió una polla joven cuando venía del supermercado.
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